Probablemente haya perdido todo atisbo de cordura...
En medio de las líneas que escribo; escondida en las noches; en mi cama sin luz alguna; tratando de matar mis ojos(se dice si mis inventos no me respaldan que aquí ha iniciado el pecado; los predicadores cierran los ojos físicos ante el temor de descubrir que no los respalda el territorio humano... están hechos de un material indistinto, que no se puede ver, que no se palpa, que ni se bebe, los ojos matan lo materiales en que se compone el alma - mataré mis ojos con este veneno de luz impotente cuando el swicht se corta o es innecesario)... matar mis ojos tal vez, para no gritar con el dolor que me atraganta...
He agotado los medios en los que podría apagar este sistema innecesario de desatinos y virtudes perdidas en el mar de otros que cantan para que se llenen sus ansias... yo las he perdido al verme royendo una carne de papel que sangra en negro con tintes desconocidos de un alma que ya no se materializa...
Me he resguardado en unas hojas que no dicen nada... como las de siempre... el diario (siempre que veo esta palabra la mutilo para encontrar su nombre; como si escribiera en las líneas de los periódicos algo con que secar el desasosiego) silencioso de un personaje que desaparece... ha visto como se desaguan sus partes; como en las hojas; se han recortado con vileza sus lineas; como el maquillaje ya no es retocado y es mostrado en toda su verdadera y miserable humanidad....
sus manos tiemblan los sé, porque he encarnado en su tristeza, he probado su carne, he brillado con lo que aun le falta... he menguado...
Sigo profanando sus instantes con historias que han detenido el pensamiento, en ese momento, en ese preciso instante en que el ángel cae; ¿habrá visto su expresión alguna vez? Muriendo en cada segundo en el que el vacío va perforando su alma; susurrando en silencio una lágrima que ya no le es permitido derramar... en las garras de una sensación irreproducible en el limitado léxico terrenal; apretando tan duro los puños que se ha llegado a infringir el daño con el que se llenan sus uñas de una carne vedada...
El ángel se ha caído, ha visto la desesperación en su rostro en ese preciso instante en que desaparece en el reino y se forma de los sollozos y los lamentos de aquel paraje terrenal; es una mueca extraña comparable tal vez con el dolor de saberse infinito... en un lugar en el que los pies no descansan, en un momento en que se han perdido las modulaciones que le dan el nacimiento a un sistema de comunicación definido... y en vez de musitar las formas extrañas en las que se comportaba en su exilio anterior se observa siendo tan sólo un pedazo amorfo y desconfigurado que emite sonidos animales... le aulla a una entidad que supo a sal... ahora ya no puede sentir más que el sabor de la sangre en sus fauces que desgarran su propia existencia, segada de un dolor que ya no es físico, que ya no entiende que pueda ser... el dolor de la INCERTIDUMBRE
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