jueves, 10 de abril de 2008

Descontar III

Probablemente en algún momento llegue a saber quien soy, ya no tengo prisa y como ya estoy demasiado vieja para adoptar nuevas posturas y desempolvar las máscaras, de antemano he ahorrado el tiempo que ya no gasto en las actuaciones en el escenario, aunque este intrincado guión no ha llegado a ser del total agrado de nadie, es lo más sincero que he hecho en todo el tiempo del que me compongo, no quisiera cambiar la honestidad por la aceptación, probablemente ese sería el día de mi muerte.

Y aunque se que este dolor que me traspasa puede explicarse entre todas las ciencias exactas, es bonito contener en el alma este velo de antigüedad bohemia, de aromático licor e inquisidor humo, en el que las posibilidades de la caída se ven extendidas y los golpes traen diferentes matices que hacen la vida un poco menos monótona, el vacío, en ocasiones me da la conciencia de estar viva, el borde es realmente aterrador, pero se puede aferrarse conscientemente a este pedazo maltrecho que algunos llaman existencia.

Me he perdido por siempre... se que no voy a encontrar aquella casa de la que siempre hablo, y no si se he tomado la suficiente conciencia para saber que siempre seré "el extranjero", pero para que quiero una casa en las que mis letras se apaguen... para que puedo querer morir o vivir, es igual, en la oscuridad no se pueden distinguir las constantes limitaciones que llegamos a inflingirnos casi con un placer morboso de no hacer nada más, tal vez no hoy, mañana en la mañana cuando haya dormido unas horas... Dormir, comer, hastiarse, dar vueltas, sintiéndose perdido, es eso, caer nuevamente en las mismas premisas... El desayuno está listo... y todo parece un círculo del que nos enviciamos para tener unas cuerdas que nos aten al suelo... y se pierde la conciencia de ver que hay más allá, cuando las cuerdas se desaten y las excusas se vayan con ellas, ya no quedará más remedio que aprender a volar...

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