jueves, 3 de abril de 2008

Ángel Caído II

Saberse perdido en un lugar que no le corresponde y al que asiste invariablemente por que ya no puede soportar su propio peso... escuchar de fondo las palabras que repetía sin que su boca lo advirtiera sin que supiera que eran ciertas las páginas de la vigilia... sin poder determinar que es aquello que la luz le quita.

En medio del destierro, tan sólo puede saborear sus sobras... aquel fatídico destino de cordeles que lo sostienen... aquel instante de zozobra que nunca acaba... aquel deletrear que no entiende... el divagar en medio de grafos que no le son permitidos cuando su boca se llena de su sangre... se permite respirar... tal vez porque es un movimiento involuntario infatigable... y en el aire sus letras desportilladas se dirigen a un remitente silencioso que olvida su pasado inconveniente... borra las letras... desdeña el olor de matadero... vuelve a las calles y se aferra a el aviso que le indica hacía donde se dirige hoy....

Conservo aquella mueca agónica... en el espejo se puede ver aquel instante en que el ángel se ha perdido... vaga es su naturaleza... sus plumas recogen el aliento de esta ciudad muerta... en las calles el freak show comienza... ha perdido la luz... un rastro de plumas baja en el pavimento... alguien con un uniforme institucional se queja del maldito desorden que no acaba y le da su sustento... y como los demás mitos este acaba sin volverse ni siquiera una leyenda urbana...

En Algún rincón lejano, desdentado, muere el ángel caído, nunca entendió los signos sincopados de algo que se apoderó de su pecho marchito... no pudo digerir las hojas de su diario... la tinta de sus manos se corrió y manchó de excrementos la acera contigua... a las 6 de la mañana un comerciante de san victorino se quejó, por los malditos callejeros que se vestían con alas, quien demonios les han dado el derecho de morir a la intemperie justo cuando va abrir su tienda para vender algo que nadie necesita...
Aun morir sin que nadie sienta dolor...
en medio del transcurso... el silencio...
no hubo trompetas ni coro en el cielo que se rompió...
la lluvia tapó lo demás...
sin suerte y sin destino...
simplemente
Díaz desaparecidos o Cardonas...

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