jueves, 3 de abril de 2008

Cuando la espera no alcanza...

Cuando la espera no alcanza de algún lugar inesperado en la sala de mi casa, algún maniático sin conciencia, pone en aquel anaquel mítico de sonidos prohibidos una modalidad que acusa mi poco so-ciego... y vuelvo y lo encuentro caramelitos de colores ( efecto echo) los tuyos son los únicos que quiero*... repeat1...
Inconteniblemente mi mente se distorsiona en fragmentos inadecuados, de esos que ya no se pueden volver a obtener en medio del exilio y la sal; que un círculo estrecho delimita todo aquello que ya no puedo pasar... no hay que cruzar la calle... sin mirar a ambos lados... no hay que correr cuando el piso de porcelana está mojado... no que llorar cuando un diluvio se avecine...
Dear Mr.D...
en casos apócrifos D (de dios)
de ( Deidad)
de ( Dionisio)
de... para: sin remitente alguno.
No recuerdo haber escapado sin embargo se me ha tratado como un reo ausente... en las páginas amarillas de mi ciudad me puse a buscar y no existe...
Que puedo decir de la publicidad que ataca el subconsciente de una memoria que se ha hecho de las defensas extinguidas de algún gran ejercito que ha sido derrotado en cada batalla...
Trato de aparecer pero aquellos intentos quedan vacíos en este grito que se ahoga con una medida lenta... muy lenta... definitivamente lenta...
En alguna calle logre encontrar el remedio... me fui caminando... extrañamente todos me veían... ha pasado cierto tiempo y ya no me acostumbro a que en realidad la gente tiene ojos... iba caminando y no los veía... tropecé con algunos de ellos en sus vestidos amorfos de seriedad ambigua y bien diseñada... yo que por seguir los consejos de mi familia en el viaje no traje más que un par de pantalones y unas cuantas camisetas "calentanas" me tropiezo con ese mar de ojos vistiendo del mismo modo, extrañamente escoltando mis trastabilleos y la cara que palidece ante la constante sensación de haberme perdido y no recuerdo en donde... en que bar... en que ultima copa extinguiendo un trapo ya usado antes, como vistiendo todas las noches para la misma escena que no cesa... que no llega a cesar... lamento haber perdido mis disfraces y no poder aprender de la nada como LEONARD ZELIG, el momento de escapar de mi mente agobiada...

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