miércoles, 29 de diciembre de 2010

El rasgueo de la tinta y las letras

En una caja encontré el pasado,  lo cambié a una caja más grande para ver si se perdía. De un lugar que no existe paso las horas encontrando retazos, y ecos, clicks, sordos que parecen que hallan el modo de imitar algo que parece humano.
Un lugar prestado en el que parece que todo es prestado; presto las horas del día, que restan horas prestadas de la historia, que se representa alternamente en otro espacio.
El blanco de todo, de la hoja, del espacio, del lienzo, de la pantalla, son violentados por los trazos, el rasgueo de  la tinta y las letras, el click sordo del presionar de las teclas, de los inquilinos que asesinan el silencio....

lunes, 27 de diciembre de 2010

La tinta de un calamar en rodajas...

Olvidada me ha dejado en el tiempo de mi oscuridad, en el que las horas no delatan el estrépito del ruido constante cuando la programación de la tv ya no llega a su fin, estoy sentada pensando en un bien común, ideal, que se me hace lejano, en el momento en que sólo quiero un poco de calma, unos brazos que sobrepasen mi curvatura y me envuelvan para siempre. Aquí estoy sentada, en el borde, muy delgado del recuerdo, mientras se diluye la tinta del cerebro, la tinta que parece desdibujarse en la pantalla, la tinta de un calamar en rodajas...

viernes, 23 de julio de 2010

Instancias mágicas para contemplar un pasado reestructurado

y saber que cada vez falta menos, que nuestra época
todavía no ha comenzado, y que inventaremos historias
hermosas con finales tristes en alguna habitación
vacía, que nos tendrá como únicos habitantes

y treparemos a las paredes
y dejaré que me mates
para matarte luego yo

y quizás nos encontremos una noche de lluvia,
y contemplaremos, seremos los testigos de esto que
no me ánimo a definir como historia, libro o mandala,
nuestra hermosa y maldita cárcel kármica que supimos
conseguir...

Julio Cortázar, Rayuela.

Se ha pasado de espejos que no reflejan sino que imitan un mundo que no alcanzamos todavía a vislumbrar, los movimientos parecen exactos, pero cada vez que se encuentra el escrutinio del rabillo del ojo, parece que ese mundo dejara de los hilos del titiritero y acogiera sus propios espasmos.

Ya no miro esa ventana traslúcida, me da miedo encontrar que hay otra que me inquiere desde de la distancia preguntándome con sus ojos que desdeñan lo opaco de los míos, ¿a dónde fui? y porque no estoy en esta vida.

Quizá deba empezar a vender estos capítulos en desorden.
Quizá algún día vuelvan a encontrarse para formar el mapa de navegación a ese mundo que parece imitar el propio.

Quizá ya no hayan más residuos onomásticos, ni instantes que parecen coreografiados para perderse en el tiempo nublado de la memoria...
 
Por los capítulos que pueden existir sin haber sido escritos...

jueves, 22 de julio de 2010

29

Aquí en los 29, siempre el olor del café y unas bocanadas hacen estragos ya en la masa blanquecina, blanda a la que suelo llamar cerebro; no hay más espacio en el disco duro y lamentablemente el hardware no tiene actualizaciones, estoy con el sistema del 81 y atravesada por la carga de la academia.

Me he vuelto real, ya no ha y espacios trasparentes, ya no se ve a través de mi piel y caí en cuenta tristemente que soy obstáculo más del sueño profundo de un indeterminado ser idílico. Puedes ser que esté soñando que perdí mis garras y mis dientes, puede ser que me esté revolcando en la cama y los nudos de las cobijas se han hecho tan profundos que me hayan quitado el poco oxígeno que puede llegar a la cabeza a producir los pensamientos libres de la ansiedad de antaño.

La Falta de oxígeno ha creado este paralelismo en el que espero la subasta de un alma que ha quedado sin cadena, a la deriva y produjo la materialización de un ser parecido al que se esconde en el espejo.
Se parece a la carne, se parece a la grasa mal distribuida, se aprece al envoltorio que se desprende mínimamente día y noche , se parece al polvo que se distribuye caóticamente en el lugar.
Primero teoría de la clonación, primera teoría de la ubicuidad.

Supongo que estoy enredada en las cobijas sufriendo una asfixia parecida a la del gas carbónico y simplemente es el hombrúnculo el que vende sus partes generadas por una muerte somnífera, un ideal desmembrado, unas sábanas que se enredan en mi cuello, ¿en el mío o en el de ella?
Ella está allá no puedo ser yo; recuerdo que ayer me fui a dormir; no creo haber despertado. Es ella no yo la que espera ser real y salir de las letras. Es ella la que convertirá su mente en datos binarios y dará fin a lo análogo extensivamente ¿a mí? o ¿a ella?

No sabía que la señorita Lee fuera a ahorcarme en mis sueños, no puede ser Alicia, ella es un suspiro alcohólizado que rompe la linealidad del tiempo. La Señorita Lee rompió los poemas, rompió las hojas de los libros; su piel salada impregnada desde el origen deslumbra los momentos y me en el hastío; jala en grueso cordel de colores añejos, sólo quiere que pierda la cabeza. Entra modula mis labios y dice sus discursos uno tras otro sin inmutarse. Rompe mi tráquea mientras busca un modo de poder respirar por su cuenta, con mis pulmones perforados; reorganiza mis vértebras para poder ser en la historia apócrifa que deseché. Si, es ella quien escribe, prontamente las cobijas se tragarán lo último que queda.