jueves, 9 de agosto de 2007

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Dario se ha encerrado en el mundo alterno en el cual no es mas que el mensajero del destino impuesto por las fuerzas supraterrenales del deber.

Que ha pasado con el mensajero, y en que momento dejo escapar las musas, ya está ebrio de palabras y desatinos y tal vez haga falta un poco de alcohol inyectado por dosis mínimas en la cual se pueda sentir como este elixir corroe lentamente la pútrida carne que atan los pensamientos ligeros como suspiros, carne flácida y pesada que ancla los pies en un pedazo de tierra de la cual no se sabe ni siquiera el nombre, solo suponemos que es real, solo dejamos que los pasos avancen y manoseen el cemento descascarado del hastío, se mezclan ya esos estados de los que no se puede huir, huir bajo la goma desgastada de unos zapatos que al parecer saben hacia donde se dirigen, pero el mensajero aun se los pone para que ellos le indiquen el camino.

Pero en realidad y aun después de haberme fumado un par de cajetillas de cigarrillos y mantener rígidos mis dedos, y besar con desenfreno el veneno que me resta con cada bocanada -5 -5 -5 -5.... Serie de infinitos números que me dejan aun más sin vida, pero a que suelo llamar vida, vida tecleando letras que son información guardada en cuadros que no existen y sin embargo juraría que puedo verlas...

Ya el humo invade mi cerebro, y ha desdibujado los contornos de m silueta, se desdibuja todo lo que puedo ser y lo que he sido, y entonces que es lo que queda, tan solo unas cuantas letras inexistentes tratando de imitar el rítmico movimiento de un músculo vital aun persistiendo en darme a tragos amargos su arrullos de VIDA, hay nodos, pequeños fragmentos solo espero el momento en que llegue el dibujante de la caricatura a unirlos de nuevo, pero cuando.

En algún momento oigo un click todo encaja pero tal vez encaja en la casa del vecino, o tal vez todo encajo hace un año atrás cuando hable la primera vez con vos, sin testigos y sin ganas de lanzarme hacia el vacío de la demencia temporal, tal vez poco tiempo, retando mi economía sacando del bolsillo unas cuantas monedas para comprar seguridad, para entretener mis labio yermos y desabridos en medio de los inclementes zumbidos en los que se sumerge el recuerdo, entre el frío que baja de la montaña entre las múltiples y miles de escaleras interminables suplicio de la actividad creativa, siento que aun caigo y moriré tal vez en contados instantes aun sosteniendo mi cigarrillo inmutable en la mano, su pequeña luz deja entre ver una lagrima que desgarra mi piel en su caída abre mi cabeza y por fin salen raudos los pensamientos acallados por la nicotina...

Aun caigo sigo cayendo -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 -5 - 5-5 -5 -5 -5 -5....

Y así hasta que los números se cansen de sucederse unos a otro en la caída no hay un grito, no hay dolor, y ni siquiera hay un cuerpo residiendo el vacío...

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