Que desprevenida me ha agarrado los acontecimientos de este principio de año tan maltratado, me he dejado ver, vagando por los rincones de mi casa, escondiéndome ante la adormecedora pantalla del televisor, para no tener que pensar en lo que pasó, para no tener que pensar en lo que voy a tener que enfrentar, pienso que si cierro lo suficientemente fuerte mis ojos, la realidad no vendrá a importunarme…
Sólo la casualidad… en momentos determinados la casualidad me ha dado sorbos dulces, suave miel que se desliza por mi cuerpo curando todas las heridas de guerra, todos los estados anteriores de sufrimiento y devoción… en algún momento, que no he podido precisar, ella misma viene, todo es cuestión de balancear un poco los sabores que se deben conocer en la vida, no todo puede ser luz, pues no se podría nunca saber que es la oscuridad… en algún momento ella viene, el suave metal, el susurro que emana de su cuerpo lleno de los destellos de muerte, prolongado el rito del verdugo, suavemente aceptado por el condenado… tantas veces le he visto la faz, ya me parecía extraño que no me hubiera visitado; nuestras charlas eran frecuentes, casi podía vislumbrar en sus ojos un poco de pesar, una pesadumbre que oprimía su pecho cada vez que venía a darme de sus labios la muerte, esos sorbos amargos que dicta la credulidad, aquellos ojos inesperados que lo miran a uno con ternura y cuando desaparecen suelen darle de probar del veneno más letal…
Me he preguntado varias veces sin encontrar respuesta alguna, ¿cómo puede alguien con tanto amor en la mirada venir y destazar mi cuerpo sin ni siquiera darme cuenta de haber muerto nuevamente?
Este es uno de esos momentos en que vivir se hace prescindible, en que caminar es sólo la costumbre del errante, no hay un motivo, cuando los ojos se han quemado con la mentiras que tejen tus amigos, cuando las calles están llenas de las empalagosas falacias con las que suele el cuerpo quemarse tan ardientemente que siente que este será por fin su último viaje, cuando puede quedarse el personaje atado para siempre negando, negando, conservando embalsamado el último instante feliz mientras que el corazón derrama sus últimas cenizas y acaba por ahogarme, no puedo sentir más… he sido una idiota feliz, he querido serlo, es extraño sentir que ya no hay un lugar al cual asirse con fuerza y pensar, esto no esta sucediendo, esto no esta sucediendo, esto, ¡maldita sea! No puede estar sucediendo, no otra vez…
Y que se puede hacer?, que se puede hacer cuando mi mundo es tan pequeño, cuando las expectativas de vida quedan reducidas a cero, cuando respirar ya no es una de las opciones que chequeas en tu lista de viaje…
Me siento tan exhausta, ya no quiero ver el peso, no quiero cargarlo más, no quiero sentir sus afilados dientes encarnándose en mi espalda, haciéndose parte de los latidos de mi corazón corroyendo mi cuerpo desde adentro, y en cada acto de estos que me mantienen viva sin desearlo, está, ese eco recurrente que se burla de mi flaqueza, que se burla de mi sonrisa de idiota feliz, como puede la casualidad llegar a hacer tanto daño…
No se encontrará en mi, no en mucho tiempo, o tal vez poco según mi grado de adaptación a los sucesos recientes, la voz llena de timbres silenciosos, llenos del místico ser que era, no soy, no quiero serlo, pero tal vez tenga…
No se encontrará en mi una pizca de aquella niña que por intervalos solía asomar una mirada pura y llena de esperanza, lo único que he podido hacer con esto, es vendarme las heridas que me han dejado los empujones de quienes dicen, suelen estar llenos de afecto hacia mi, pero que sin embargo no dudan en lavar sus culpas, ofreciendo como dádiva a los dioses un poco de mi piel… el pellejo no tiene que ser el propio, cuando se tiene a la mano, alguien tan solemnemente estúpido que deja que le arranquen sus manos y las ofrezcan como viandas a sus mas caros enemigos tan sólo por complacencia, por ver la sonrisa en el rostro de aquellos a quienes aprecio… sólo su satisfacción, sólo eso, mientras sucumbo entre la más terrible de las agonías, sin saber a ciencia cierta por que, en el peor de los lugares, sola, viendo como las ratas terminan de arrancar los pocos pedazos que aun me quedan mientras permanezco conciente de mi muerte, pero no me puedo quejar, el primer tablón que se divisa en el calvario lo he puesto yo…
Es absurdo simplemente me repito que lo es, será que nunca voy a poder creer en las palabras que me brindan, será que nunca voy a poder saber que es salir del calabozo, será que viviré mil muertes atada a esta cruz… es extraño, ya no se ni lo que digo…
Una profunda decepción me invade, y ni siquiera puedo darme el lujo de sentir que me duele, una profunda decepción me rompe a pedazos y me intoxica y simplemente debo pretender que sigo viviendo, que nada ha pasado, que una sonrisa se dibuja en mi boca, cuando alguien dice algo que se supone gracioso, la marioneta debe reír, la marioneta nunca esta triste, la marioneta, siempre pende del hilo de otros dedos y debe moverse hacía donde quieran estos inmundos cordeles que nunca se desatan…
12 de enero del 2004
son excelentes tus cuentoss, te felicito, aun no tienes comentarios, pero se que muchas personas los leen en silencio ¿será esa tu intención?
ResponderBorrarGracias, en ocasiones olvido que existo, a plena vista, constantemente en la vitrina.
ResponderBorrarEncontré un lugar para ser
si es que algo se es... bajo el influjo abstracto del número 28 mentiría si deijera que no quiero ser reconocida, algo de lo que mi cartón dice que soy corre por mis venas y me dedico a la profesión del artista... Gracias Lector Interlocutor compañero en silencio