Desvanezco esperando, el tic tac retumba en mi cabeza como si fueran las trompetas de los ángeles del Apocalipsis, no más que un eco mudo, viene con su soga a acabar con mi vida y no lo logra o tal vez me tortura por mis constantes impertinencias. Que más dolor, que más corte de venas, que más tiro de fuego helando el palpitar de mi corazón cansado enfermo y lleno de nicotina, que más que el silencio, el personaje que reina en mi cobija, el personaje que me hace muecas desde la esquina, la pobre ingenua siempre, divagando en el silencio de su soledad, indagando en las formas de la noche, en las sombras de los recuerdos, amañándolos a su antojo para que como marionetas le digan lo que quiere escuchar, tan solo como un vampiro en decadencia succionado las sobras de una carroña.
Que me pasa, por que siento que desvanezco y no encuentro como atar el etéreo aire que me conforma a unos cuantos chiros desgastados que dan forma ahora a mi imagen, por que me miro al espejo y me desteñida informe, muerta en medio del nauseabundo vigor de la mañana, contando con que pueda fundirme en las sabanas, contando que tan solo sea sentimiento, que sea un vapor, y desaparezca tras el rastro del ultimo cigarrillo y me consuma igual que el, que desaparezca en sus cenizas que me desprenda por una ultima vez de la maquinación incomprensible de mi cerebro, que me suelte de la tramoya, que los malditos dioses dejen de jugar con este títere, que ha muerte apuñalado y sin relleno en el escenario.
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