El fango de macadam
¡Cómo! ¿Usted aquí, amigo mío? ¿Usted en un lugar como éste? ¿Usted que se alimenta de ambrosía y bebe quintaesencias? ¡Estoy asombrado!
Amigo mío: usted sabe cuánto me aterrorizan los caballos y los vehículos. Pues hace un momento, cuando cruzaba el bulevar corriendo, chapoteando en el barro, en medio de un caos de movimiento, con la muerte galopando hacia mí por todos lados, hice un movimiento brusco y mi aureola se me escurrió de la cabeza, cayendo al fango de macadam. Estaba demasiado asustado para recogerla. Pensé que era menos desagradable perder mi insignia que conseguir que me rompieran los huesos. Además, me dije, no hay mal que por bien no venga. Ahora puedo ir de un lado para otro de incógnito, cometer bajezas, entregarme al desenfreno, al igual que los simples mortales. ¡De modo que aquí estoy, como usted me ve, al igual que usted!
Pero ¿no va a poner un anuncio para buscar su aureola, o avisar a la policía?
¡No lo quiera Dios! me gusta estar aquí. Usted es el único que me ha reconocido. Además, la dignidad me aburre. Más aun, es divertido pensar que un mal poeta la puede recoger y ponérsela descaradamente. ¡Qué placer hacer feliz a alguien de quien uno se puede reír! ¡Piense en X! ¡Piense en Z! ¿No ve lo divertido que será?
Charles Baudelaire.
El artista sólo surge de sí mismo... Sólo es fiador de sí mismo... Muere sin haber tenido hijos. Ha sido su propio rey, su propio sacerdote, su propio Dios. (Art in Paris).
Charles Baudelaire.
Aparte del blogautor
me he quedado pensando, que demonios hacemos aquí, en un lugar donde no aparecen las cosas cuando uno las nombra, en un lugar en el que somos simples vasallos del destino, o títeres como diría Shakespeare, que hay frente a la pantalla para quienes no tienen salvación... que hay en el título de la obra para hacerla eterna... que hay en la voz que se renueva, cuando sólo los vestigios de un tiempo no encontrado desolla el pensamiento... que hay mi querido compañero en los segundos que no se encuentran y que han huido para hacerle mella a la memoria de quien intenta sin conseguirlo renovar viejas deuda... que hacemos aquí, cuando el cielo se quedaría corto para nuestra presencia... puede acaso algo terrenal tratar decir lo celestial?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario