Simplemente siento que todo se acaba, me he dejado tirada varias veces en el suelo, me he dejado olvidada a la deriva de las horas, ya no leo, no veo, no escribo, me he dejado perdida en el piso más frío, para olvidar que la existencia vendrá a pedir cuentas de lo que he hecho de este vehículo…
ya no hay muros, ya no hay precipicios, solo el vuelco del hastío que termina por sofreír lento y sin tregua, la suave sangre que se desliza pretendiendo que riega de vida lo que aun me queda de forma… el delicioso olor del cuerpo en cocción, el penetrante aroma de la derrota, el estremecedor miedo que abre sus fauces, y siento como encaja sus mandíbulas en el deleitable plato que le ha servido mi desasosiego… miedo inquisidor, mientras desgarra mis fragmentos va declamando la bella poesía de lo que solían ser mis sueños, siento las lágrimas que confunden mi visión, la nublan, qué más se puede hacer, estoy en un lugar indeterminado, un lugar entre lo que se respira y lo que no… un lugar en el que el aire corroe mis pulmones, un lugar en el que el putrefacto aliento del espacio termina de volverme inverosímil, estoy en el intersticio…
mi carne se hace más pesada de lo usual, ud sabe, como cuando suele uno cambiar la visión en medio de la oscuridad más profunda, hay una luz enceguecedora y es absurdo, no poder ver, sabiendo que ese haz de luz es el único modo de salir de ese infierno… siento como a tientas trato que esta masa no sea un estorbo, tratando de encontrar los limites de este cuarto, para que sin mis ojos, pueda avanzar, pero la luz me quema, siento la piel ardiendo cada vez que intento acercarme, este pedazo de carne ya no puede percibir los bordes de lo real, sólo intenta hacerse a la idea que saldrá alguna vez sin que alguna porción sea devorada por uno de los extraños seres que se oyen, simplemente se oyen arrastrarse en los rincones…
05 de Enero del 2004
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