jueves, 9 de agosto de 2007

Estoy

Estoy... probablemente empiece un nuevo día sin aliento... la esfera; el recuerdo; camino por la esfera maravillada de su perfección y me hastío, vuelvo al inicio y al final, recorro el espacio y siempre es el mismo sin importar hacia a donde logre torcer la mirada...

Estoy, no recuerdo ya nada, los prontuarios de días inexistentes en los que lograba echarme la soga al cuello han dejado sus marcas, llenas de una fina mixtura de fique y carne, dispuesta para digerir en el banquete de media noche, aun cuando las campanadas no sean audibles para todos, retumbaran, en una noche oscura, a la mano de algún probable despiadado; se vive, porque no hay hacia donde correr...

Estoy, me levanto en las mañanas y proceso el mismo formato de verificación; en la ventana unos cuantos personajes de la historia ciudadana, resguardada yo en la ventana observo y me imagino que soy un pequeño dios enjaulado, sin expectativas y sin momentos de insurrección, divagando como Teseo en otro laberinto sin el cordel de Ariadna en el mantel...

estoy, simplemente, me atraganto con un café, cargado, oscuro como mis ojos que han quedado sin luz, y encuentro en su sabor amargo, los vestigios de unas líneas que había empezado en el papel, sólo que ya no recuerdo el remitente ni la ocasión en las que se habían creado, sólo fragmentos de un intento por mantener la cordura, un tiempo más, y recordar tal vez, que en algún momento respiraba de aquel ungüento en el que se podían mezclar el humo y el alcohol, sin obtener confesiones substanciales, solo desencuentros disfrazados de soledad.

estoy, sentada, viéndome, como he perdido la línea recta en la que los pies, que descansaban al pararse sobre la tierra, hincharse tras caminar hacía ningún lugar en particular, perdiéndome, para no tener que encontrar que no tenía casa, que los amigos huían en el momento en que necesitaba apoyarme en algo que perteneciera a este mundo, en algo que no fuera el frío de la calle, permanecía intacta mi soledad, como siempre fue, como siempre tuvo que haber sido, no debí abrir esa puerta - me dije una y mil veces - (con el encendedor en la mano y el cigarrillo, voltee a mirar a ver si pasaba algún carro que terminara con esta angustiosa multitud en mi cabeza, no había nada) cruce la calle y en algún cuchitril de mala muerte empecé a beber, me bebí mi vida anterior hasta que no volví a acordarme de nada... eternal sunshine of the spotless mind, recordé el guión en el televisor prestado, y vi, que no tiene punto, huir, cuando en algún rincón siempre queda enterrado algún vestigio que me devuelve, al bar, a la esquina del sacrificio, al crimen anterior, y bebí y fume y olvide, solo un contundente black out, no tengo por que o quien ser una buena niña, aunque los juguetes están guardados.

estoy, clausurada, en el desván, y escribo en 5 minutos las voces... ellas me hunden e inflingen su mordida en la espalda, aunque no logran arrancarme el tatuaje, atado a la espalda el desprecio de lo que no hice, atado a la espalda, el reflejo de aquello que no se logra ver, por eso la espalda que se da, me recuerda los 5 minutos en el escenario, al salir, cuando el telón ha caído sin remedio sobre el actor secundario que buscó por siglos morir dignamente en el escenario, con el parlamento de Hamlet en la mano, con la esquizofrenia del maquillaje y en la mejilla una tinta indeleble con sabor a mar...

Estoy, pero en donde, podría haberme olvidado en una línea que no recuperaré; el destinatario es innato, y los momentos mueren, mutilados en alguna esquina, en una botella que sabe a sumercé...

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