No corro con suerte, el día está gris y que mayor preámbulo se le pueden dar a los desencuentros? Nada hay aquí ya que pueda tenerme sujeta ni piso en el cual esperar que retumbe la caída sólo un inmenso hueco que puede llegar succionarme y que no lo hace, no entiendo muy bien por que…
Los astros podían haberse alineado gratuitamente para traer un sinfín en el que corro como el maldito hámster que sin conocimiento de la prisión circular en que se encuentra piensa que si corre demasiado rápido podrá salir de ahí, tiene la suficiente fe para creer que será posible… y aun se pierde más en ese movimiento circular…
Ya no se que puede sucederme en los momentos en que como estos, el día indeterminado y el constante estado de espera en lo que se ha convertido mi patética existencia, me lleva a dudar y pensar que podré ver una imagen menos reiterativa que la mía y que podré escapar hacía otro sitio que ya no sea este, por favor ya no más…
Siento que es lo que soy y que realmente voy a terminar convirtiéndome en esto, unas cuantas letras esbozadas en un papel cualquiera, sería dichosa, el no tener que respirar porque mecánicamente se debe hacer… no tener que sentir este espacio que desaparece o que ni siquiera ha existido o que simplemente como muchos de mis intentos desquiciados por hacerme presente siento que lo he creado, de mis simples y débiles manos que sólo interactúan ante las incoherencias de los días mas inverosímiles…
Que soy más que ese background tedioso de color indeterminado, que soy más que esa historia tan tediosa que hasta regalada sale cara… siento que he quedado ya sin mas ni menos que el espacio que me presta esta irrealidad, y que morirán los sueños y mis ojos se sellaran, sin embargo estas manos que conocen ya el teclado seguirán como el mismo acto de vida inesperado, retomando letras y mas letras, dibujándolas y desdibujándolas balbuceando intermitentes desasosiegos y encuentros inesperados con el destierro y vivirán por voluntad propia aunque el propio autor haya muerto años atrás, esas manos avariciosas, robaran otras vidas y darán otras muertes… tratando solamente encontrar un interlocutor, un espectador, ese espectador en el cual los espacios inconclusos que se fijan en las hojas que ya no existen perduren en la profundidad difusa de esos ojos llenos de tragedias que ya no se cuentan nunca más que no llegan a ser hechos de los miles de años que se han gastado las manos en tratar de configurarse de su material y ha muerto en vano por que el material ya no existe y las tumbas no hablan, no sin los antiguos sortilegios configurados en desvaríos faraónicos que se pierden por el paso de los años, en esos pequeños rasguños que le da el tiempo a los escritos, ahí, en esas letras que se llevaron los años y los acontecimientos, ahí estaban inscritos, los códigos para acceder a su nombre, el innombrable, el constante silencio, la personificación de la vacuidad… que no existe, pero no se puede asegurar que efectivamente no hubiera existido, igual han pasado muchos personajes, se han transitado muchas leguas y el espacio sigue ahí, para seguir configurando personajes inexistentes con caras que nos son conocidas y que nos desvelan en las noches, pero a veces, esa existencia mítica sigue siendo más locuaz y entretenida que la que en verdad corresponde… plano hemisferio en el que vivo, en el que como en la realidad no debo ser más que un rasgo que dejó de existir…
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