lunes, 10 de septiembre de 2007

Bajo el efecto de lo lejano II

Sé que no soy clara, y me encantaría serlo, pero me da miedo de encontrar en los rincones unos ojos inquisidores que terminen por derrumbarse, esa no es mi intención simplemente no tengo excusa, he estado bajo el efecto de lo lejano, he estado bajo el influjo de lo indeciso, por eso el alcohol que me inyecto no es fortuito, por eso mismo es que mi cuerpo no lo resiste y quiere desatarse del dolor que le impongo, es por eso y por mi gran ego, que quiero llamar la atención y pensar que tal vez aún puedo hacerlo…

No me merezco lo que tengo, en ocasiones no merezco lo que por casualidad cae en mis manos, no merezco más que el destierro al que voluntariamente he entrado, es bello estar en el desierto y no tener que preocuparse ni siquiera de si mismo, he aprendido a vivir en ese lugar a que nadie entre, no se traspasen los límites y todo continúe en el estado en el que siempre ha debido estar, en el anonimato, en el creciente silencio que lo llena todo.

No encuentro el modo de esbozar esto, tengo tantos asuntos sin resolver, que aun atormentan mis recuerdos, el formal rey de Persia sigue arrastrando mis delirios y sé que no podré librarme de el, y entre otras cosas un pasado un poco más lejano, es el único atisbo de lo que pudiera ser real en mis pasos, esa es mi orilla lúgubre, pero real…

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