En las historias siempre faltan mis letras, los fatales oráculos que visten mi cuerpo con pesadillas, pesadillas de noches que pueden pasar inadvertidas, pesadillas de noches en las que observo otra vida que se roba mi luz, se atenúa mi voz, se desgarra un poco el papel que tengo sobre la mesa… un temblor se apresura a derramar la tinta y los ojos un poco adoloridos bajo la fulgor de la vela que ha quedado clavada en el piso, encuentra que por fin se ha acabado su función… ruedan las letras que no pudieron hablar… ruedan los instantes que no se propiciaron porque no fueron nombrados… y veo que me desvanezco lentamente… las puntas de mis dedos desgastadas, por acción de ciertos estados de los que ya no se puede salir, como cuando se esconden cosas bastante importantes y quedan tan bien escondidas que ya no se acuerda en donde están…
En ciertos momentos me pregunto, ¿dónde estoy? Me he perdido de vista… camino por los alrededores y aun sin hacerlo los recuerdos suelen distraerme y ciertas entidades falsas confluyen en este punto… y los idiomas en los que hablan se me hacen ya parte del juego de la distancia, en el que la mitad de la información se diluye por acción del viento y la otra mitad se transforma por acción de la ansiedad…
Siento que debo caminar… pero no se hacia adonde…
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