sábado, 13 de enero de 2007

Agosto 6/2004 11:00am. aprox.

Aún estoy aquí, un poco ebria todavía después de la jornada de lora de ayer, empezando a ejercer aquel camino para el cual no estoy preparado aún, supongo que nunca lo estaré.

Le escribo a ud. Como un mecanismo de defensa, es extraño todo lo que pasa… el pulso agotado un poco, las defensas bajas y la certeza que existe en un sitio que ya no voy a alcanzar…

No entiendo que pudo pasar, probablemente ya no lo entienda jamás…

Lastimosamente aún conservo su voz en mi cabeza con las inflexiones y los acentos de algún extraño que se adora por las mentiras que me dice, cerca al oído, reiterando historias repetitivas que por lo general se parecen a las mías…

Quiere saberlo, soy la chisca triste que lo hacía reír…

Como pudo filtrarse esta historia en esa voz tan conocida, que en alguna de las demencias temporales en las que puedo vivir a intervalos… Podría confundirlo con un cuerpo de aquellos que automáticamente se detonan en la calle, tal vez el suyo también deambule por ahí.

Compré esta libretica un día cualquiera, el domingo después de la exposición, que por cierto me mantuvo ocupada un buen tiempo, cumplió su labor… detener mi mente en ese instante; un still permanente en el que me podía mover…

Antes de escuchar las nuevas mentiras de Bunbury, con esta misma letra y esta tinta, compré – por cursi que pueda sonar – esta libreta con un oso en la portada, me llevó a un lugar alejado de mi mente

Pausa de tres días…Díaz…Cardonas…

Bueno…Bueno…Bueno…
Bueno…Bueno…Bueno…
Bueno…Bueno…Bueno…
Bueno…Bueno…Bueno…
Malo…..Bueno…Bueno…

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